El liderazgo democrático en la famila
Mucho se habla acerca del liderazgo, su significado y cómo convertirse en un líder. Escuelas de diferentes disciplinas y autores de diversa índole han aportado sus teorías. La pregunta es, ¿por qué tenemos tanta teoría y en la práctica vemos tan pocos líderes? ¿Qué significa realmente ser un líder? ¿Y cómo podemos liderar nuestra familia de una manera efectiva?
Si preguntamos a un grupo de gente ¿qué es un líder? Seguramente escucharíamos cosas como: es una persona que dirige a los demás para que alcancen sus objetivos, es una persona que indica qué y cómo hacerlo, es el que lleva adelante un equipo, es quien maneja recursos, es aquel que nos lleva hacia un objetivo determinado.
Si prestamos atención, pronto nos daremos cuenta que todos estos conceptos vienen desde el dominio del “hacer”, pero no desde el “ser”. El modelo según el cual el líder era la persona que “controla” o “dirige” un equipo ya está obsoleto. Suficientes investigaciones han demostrado que el liderazgo que parte desde el poder y el control, y que busca infundir miedo, no produce los resultados deseados, ya que las personas en el mejor de los casos alcanzan los objetivos, pero nunca pueden llegar más allá de ellos.
El cambio de enfoque consiste entonces en pensar ¿qué significa “ser” un líder? ¿Qué distinciones o cualidades tiene que tener hoy en día un líder?
Ser líder no es tener conocimientos de liderazgo, sino contar con competencias conversacionales, de escucha, de capacidad de analizar la realidad y declarar posibilidades donde otros ven lo imposible.
El líder es la persona capaz de declarar una visión, sostener conversaciones para la acción, estar parado en el presente pero comprometido con el futuro.
El líder es quien asume el desafío de crear y diseñar el futuro que sus liderados desean y se aventura poniéndose al servicio de la creación del mismo
El líder es esencialmente, un generador de confianza.
Y la familia, ¿necesita de líderes? Por supuesto que sí.La familia en su conjunto es un espacio de crecimiento y desarrollo por excelencia. Los líderes de la familia deben velar no sólo por el abastecimiento de las necesidades básicas, sino que deben promover activamente el desarrollo de los miembros de la familia, brindando una educación sostenida en valores, rescatando de cada miembro su singularidad y reforzando sus aspectos positivos.
El líder de la familia necesitará contar con 6 distinciones principales:
AMOR INCONDICIONAL: debe ser capaz de aceptar al otro exactamente tal cual es sin querer cambiarlo.
COMUNICACIÓN: debe contar con herramientas conversacionales como capacidad de hacer pedidos, ser oferta, escuchar, coordinar acciones, etc.
COMPRENSIÓN Y COMPASIÓN: es capaz de ponerse en los zapatos del otro y demostrar empatía
COMPROMISO: el líder familiar está comprometido con la creación de una familia sana y con la educación de valores, entiendo al compromiso como una elección
CO-RESPONSABILIDAD: lidera co-responsablemente junto al otro miembro de la familia, incorporándolo en las decisiones y teniendo en cuenta sus puntos de vista. En la familia, el liderazgo es siempre compartido entre los padres, y no responsabilidad absoluta de uno solo.
COHERENCIA: el líder familiar debe expresar coherencia entre el sentir, pensar y actuar. Recordemos que el verdadero liderazgo nace del “ser” y no desde el hacer.
Diversos autores han clasificados a las familias en función del tipo de liderazgo que se asume en ellas. Podemos reconocer 3 grandes tipos de estilos educativos parentales:
Estilo autoritario:Son poco afectuosos. Mantienen poca comunicación con sus hijos.Imponen normas y límites.Controlan de forma rígida y severa, aplicando castigos.Las decisiones las toma el jefe de grupo sin consultarlas.Valoran la obediencia, la tradición y el orden.Ubican al niño en un lugar de subordinación, restringiendo su autonomía.
Estilo permisivo:Son muy afectuosos.Mantienen altos niveles de comunicación.Otorgan excesiva libertad al niño.Evitan el uso de la autoridad, la restricción y el castigo.Tiene dificultades en establecer límites porque temen la reacción del niño.En ocasiones migran hacia un estilo indiferente donde hay poco afecto y poca comunicación.
Estilo democrático:Son afectuosos.Mantienen un alto nivel de comunicación.Establecen normas y límites claros y justificados a los niños.Lideran el comportamiento de sus hijos con normas claras y precisas.Utilizan el razonamiento y la negociación.Buscan asignar roles al niño, aceptando que cada miembro tiene derechos y responsabilidades.
¿Qué consecuencias tiene cada estilo?El estilo autoritario suele generar problemas en la socialización de los hijos, baja autoestima, falta de autonomía personal y creatividad, niños reservados, poco amorosos, con dificultades para interiorizar valores morales.
El estilo permisivo genera conductas agresivas consecuencia de la falta de límites, con la consiguiente dificultad de socialización. Los niños son dependientes de sus padres, tienen bajo nivel de madurez y dificultad en la vida adulta para alcanzar metas personales
El estilo democrático produce efectos positivos en el desarrollo, generando buenos procesos de socialización, alta autoestima, bienestar psicológico, inteligencia y bajos niveles de conflicto padres-hijos
Y entonces, ¿cómo impulsamos el estilo democrático?Trabajando sobre los siguientes ejes fundamentales:
El afecto y la comunicación: escuchando lo que los niños dicen, dejándoles terminar de hablar, sin criticar o culpabilizar, sin dar lecciones, aceptando como válida la mirada del niño, demostrando afecto
Establecer límites claros y coherentes
Fomentar la autonomía: estimular la responsabilidad, permitirle al niño cometer errores, enseñar al niño actividades que pueda hacer por sí mismo, festejar sus logros y también sus esfuerzos más allá del resultado, permitirle tomar decisiones, respetar su nivel de maduración, estimularlo a fijar metas y objetivos, respetar su opinión
Y vos ¿qué tipo de líder sos en tu familia? ¿Te animás a pensar en diferentes maneras de ejercer ese liderazgo?