Beneficios de la comunicación familiar en la prevención del bullying
¿Alguna vez dijiste algo a tu hijo, a tu pareja, y ellos hicieron una interpretación que no tenía que ver con lo dicho?
¿Has escuchado decir a tus hijos, “no me escuchas”, “no me comprendes”?. Numerosos estudios han demostrado que la buena comunicación en la familia es un factor que protege. ¿Qué protege? ¡Sí!. Es así porque contribuye al buen funcionamiento de la familia a su BIEN ESTAR. Afirmar que la comunicación es un factor que protege significa que, contribuye al buen funcionamiento familiar, al desarrollo adecuado de sus miembros, a su preparación para enfrentar los problemas cotidianos, los conflictos y las crisis propias de las distintas etapas del ciclo familiar. Promueve, asimismo el desarrollo de la confianza, la autovaloración, autoestima, habilidades sociales.
En el hogar es donde los niños aprenden formas de comunicación, gestos y tonos de voz a partir de la vivencia, de actitudes de los padres y otros miembros de la familia. Una buena comunicación significa tener en cuenta lo que se dice, como se dice y el contexto.
Si hay comunicación hay diálogo y los hijos encuentran el verdadero clima para ser escuchados, para poder contar; o sea poner en palabras lo que vivencian en diferentes ámbitos. Es importante que haya dialogo entre padres e hijos. Los padres pueden abordar entre otros temas, el de la violencia verbal para que los hijos puedan identificar situaciones de violencia, y adoptar actitudes adecuadas.
El acoso escolar o bullying es un problema que se da con frecuencia en las aulas de todo el mundo. En ocasiones es difícil de detectar, porque tiene lugar lejos de la presencia física y visibilidad de los adultos. Existe el bullying verbal, físico, psicológico, sexual, social y cibernético.
El bullying verbal comprende: insultos, menosprecios en público hacia el niño, el adolescente como así también actitudes discriminativas, bromas insultantes y repetidas del tipo de poner apodos, insultar, amenazar, burlarse, reírse. La comunicación violenta conlleva una intrusión en el territorio psíquico y emocional del niño, o del adolescente. Un golpe o una agresión física puede dejar marcas visibles y dolor importante, una agresión verbal o psicológica puede herir mucho más profundo en la psiquis del niño, o del adolescente.Esta situación va minando poco a poco la autoestima y autoconfianza de los niños, o del adolescente dejando una huella imborrable en una etapa de la vida en la que están construyendo su personalidad. Los efectos son, entre otros, bajo rendimiento escolar y un gran impacto psicológico.
La detección e identificación lo más temprana posible es fundamental para reconducir la situación y evitar que el acoso tenga consecuencias irreversibles en la víctima. Cuando un hijo les comenta a sus padres respecto de hechos de violencia en los que ha sido víctima o victimario, la actitud más nociva hacia los hijos, es la indiferencia.
Abstenerse de intervenir no es ser tolerantes. ¿Hasta qué punto es esto aceptable? ¿No corremos con ello el riesgo de erigirnos en cómplices, por indiferencia, y de perder nuestros límites o nuestros principios? La tolerancia pasa necesariamente por la instauración de unos límites claramente definidos. No hemos de olvidar que todas las relaciones humanas necesitan disponer de límites, espacios protegidos de la persona. Fijar límites ayuda a proteger la integridad individual.
Si consideras que los patrones de comunicación en tu familia no son los adecuados, o que tu hijo está sufriendo en la escuela u otro contexto situaciones de bullying puedes consultarnos y así de esta manera te ayudaremos incrementar los factores de protección. En Peques Felices ayudamos a la familia, niño, o adolescente a que entablen formas de comunicación más sanas, beneficiosas y eficaces pudiendo establecer límites seguros para proteger la integridad.